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TESTO Tiene que ser Navidad cuando es la hora de nacer

Marco Pedron  

Natale del Signore - Messa della Notte (25/12/2008)

Evangelio: Lc 2,1-14 Haz clic aquí para ver las Lecturas (Evangelio: )

visualiza Lc 2,1-14

1In quei giorni un decreto di Cesare Augusto ordinò che si facesse il censimento di tutta la terra. 2Questo primo censimento fu fatto quando Quirinio era governatore della Siria. 3Tutti andavano a farsi censire, ciascuno nella propria città. 4Anche Giuseppe, dalla Galilea, dalla città di Nàzaret, salì in Giudea alla città di Davide chiamata Betlemme: egli apparteneva infatti alla casa e alla famiglia di Davide. 5Doveva farsi censire insieme a Maria, sua sposa, che era incinta. 6Mentre si trovavano in quel luogo, si compirono per lei i giorni del parto. 7Diede alla luce il suo figlio primogenito, lo avvolse in fasce e lo pose in una mangiatoia, perché per loro non c’era posto nell’alloggio.

8C’erano in quella regione alcuni pastori che, pernottando all’aperto, vegliavano tutta la notte facendo la guardia al loro gregge. 9Un angelo del Signore si presentò a loro e la gloria del Signore li avvolse di luce. Essi furono presi da grande timore, 10ma l’angelo disse loro: «Non temete: ecco, vi annuncio una grande gioia, che sarà di tutto il popolo: 11oggi, nella città di Davide, è nato per voi un Salvatore, che è Cristo Signore. 12Questo per voi il segno: troverete un bambino avvolto in fasce, adagiato in una mangiatoia». 13E subito apparve con l’angelo una moltitudine dell’esercito celeste, che lodava Dio e diceva:

14«Gloria a Dio nel più alto dei cieli

e sulla terra pace agli uomini, che egli ama».

Feliz Navidad a todos. ‘Feliz’ quiere decir consciente, verdadera, no hipócrita. Esta noche hay la choza, los àngeles, el Niño, María, José, los cantos, la fiesta y mucha gente. Todo eso no es Navidad; todo eso es algo que te puede ayudar a vivir la Navidad.

Navidad es nacer, dar a la luz, hacer germinar algo que vive dentro de tí.

Un día una pareja, para el décimo cumpleaños de la hija, la llevaron a un Toys Center: “comprate el juguete que quieras”, le dijeron. Y ella se lo compró. En el aparcamiento, mientras que miraba y remiraba su juguete, mamà y papà, sin darse cuenta, se fueron sin la niña; màs que mucho amor, tenían mucha disponibilidad económica. Cuidado a no confundir la Navidad con los objetos o las felicitaciones.

El evangelio cuenta de un censo, y toda la gente tiene que ir a inscribirse. El emperador Cesar quiere saber cúantos son sus súbditos, cúanto los puede estrujar, cúanto puede sacar de ellos, cúanto puede pretender y cúanto pueden dar.

Así es el poder. El poder pide: “¿Cúanto puedes darme? ¿Qué puedes hacer para mí?”. Y todos se someten, todos viven siguiendo esta lógica, todos aceptan ser números, perdiendo la libertad.

No tiene que haber sido muy agradable para aquella gente dejar su casa, salir de viaje para días y días, enfrentar peligros y fatigas sólo para hacerse contar y fichar.

Mira tu carnet de conducir: eres el número Pd 240285GR; en tu carnet de identidad eres el número AJ 2345678. Para el poder no eres nadie, sino un número, uno entre todos, uno cualquiera. Que estés aquí o no, no cambia mucho. Uno màs o uno menos entre los 56 milliones de números, ¿qué cambia?

Una mujer ha referido las palabras de dos médicos: “el número 13 tiene un càncer muy agresivo; tenemos que operarlo cuanto antes. Diga al número 13 de preparase”. “¿El número 13? El numero 13 soy yo. Pero yo me llamo Carla, tengo una cara, amo, lloro, tengo tres hijos, soy joven, quiero vivir...”. Se ha sentido una nulidad, un número, una entre muchos. Ella u otra era lo mismo.
Sólo en el amor las cosas cambian.

Cuando no ves a tu mujer para dos semans porque se ha ido a trabajar lejos, ¿no la echas de menos? Cuando tu hijo se casa y no lo ves màs todos los días como antes, ¿no lo echas de menos? Cuando quien amas no està màs aquí, ¿no lo echas de menos? Y por qué ¿lo echas de menos? Porque no es sólo un número, es una cara y tiene una cara. Tú amas a aquella persona, tu compartes con ella tus días, tu tiempo, quizàs tu vida. Con aquella persona has vivido el amor, has generado a tus hijos, has compartido la intimidad de tu corazón, de tus miedos, de tu àlma. Aquella persona la besas, la abrazas, la estrechas entre tus brazos; peleas con ella, y haces las paces; sonríes y lloras; la conoces y te conoce. Aquella persona no es una entre muchas, es ella.

La Navidad no es un censo: “las iglesias estàn llenas; ¡cuanta gente!”; “¡todos van a la misa de medianoche!”. Son sólo números, pasan y no dejan nada. La Navidad es una cara, una persona, un encuentro con alguien que amas.

La pregunta de Cesar es: “¿cuànto puedes darme? ¿Cuànto puedo aprovechar de tí? ¿Cúanto puedes producir?”. El censo dice: “Si haces así, tendràs mucho. Mira lo que puedes tener”.

La pregunta de la Navidad es: “¿cuànto puedes vivir?”. La Navidad dice: “¡mira lo que puedes ser! ¡Mira como puedes crecer! Mira lo que vive dentro de tí: el Inmenso, el Divino, el Altísimo, el Profundísimo”.

En Padua había el bloque del tràfico, pero lo quitaron para el periodo navideño, para favorecer el comercio. Ya, porque la Navidad ¡tiene que rendir, dar, producir!

En muchas familias, se encuentran todos juntos en el día de Navidad. Puede que no haya nada entre aquellas personas, ni comunicación, ni amor, a veces sólo hay envidia, celos y odio, pero todos estàn juntos. La Navidad tiene que rendir algo, tiene que producir una buena imagen, una buena aparencia y tiene que crear la imagen de la familia donde la gente se quiere.

Muchas personas van a la iglesia durante el periodo navideño: para algunas es una nostalgia que emerge sólo pocas veces pero, para otras, es una renta. Produce la idea que ir a misa por lo menos una vez al año, permite devenir cristianos, religiosos y buenos. Es como ponerse la màscara de “la buena persona”, pero no funciona.

Esta noche hay los angelitos, los cantos, los saludos; mañana los regalos, las llamadas. ¡Bien! Pero es todo una renta, una ilusión, si no hace nacer algo dentro de nosotros.

¿Os acordàis del Titanic? Esta nave grandiosa, maravillosa, potente, invencible, inhundable. Había todo lo que se podía desear, todo lo agradable que uno podía imaginar: Casino, orquesta, mujeres, comida, etc. Pero luego hundió: era una ilusión, una proyección de los sueños. Mañana seréis los mismo de ayer si algo no nace y no vive en vosotros.

El centro del evangelio es la frase: “se cumplió el tiempo del parto, y Dio a la luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”. La Navidad es esa.

“Se cumplió el tiempo del parto” es la primera señal de la Navidad: dar a la luz a lo que tiene que nacer y vivir.

También para María llega el momento del parto. Es así: cuando es la hora, sucede. Quizàs creían volver en tiempo. Seguramente María y José esperaban algo muy diferente para el nacimiento de su primer hijo.

En cambio, no fue como habían previsto: sacados como extranjeros, sólo un buey y un burro como amigos. Y tampoco sucedió cuando lo habían previsto: pasó en un momento que no era oportuno, ni adecuado.

Cuando la madre tiene que dar a la luz a su hijo...cuando es la hora de nacer...se tiene que hacerlo. No se puede esperar màs: “¡ahora!”. Esperar quiere decir hacer morir aquel hijo. No somos nosotros los que tienen que decidir ni el modo ni el tiempo. Cuando tiene que nacer, tiene que hacerlo; si se tarda demasiado, muere.

María habrà tenido miedo (en aquel tiempo la mortalidad infantil y de las madres era muy alta). María no habrà sido muy feliz de dar a la luz a su hijo lejos de todos, sin su madre ni sus amigas. No le habrà gustado acostar su hijo en una cueva, sin las pocas comodidades del tiempo. ¡Pero tenía que nacer! No se podía esperar màs.

Dar a la luz a un niño no es agradable, es vital. ¡Esa es otra cosa!

Por eso es bueno que los hombres asistan al nacimiento de sus hijos. También si tienen miedo. También si se desmayan. Tienen que estar presentes, ver y saber lo que significa nacer y cuanto cuesta.

Todos los nacimientos son así. Nadie quisiera pasar por los trabajos del parto; nadie quisiera afrontar el sufrimiento del nacimiento. Nacer siempre es doloroso. No existe un nacimiento dulce en las cuestiones de la vida. Y quien no quiere sufrir no puede nacer; quien no quiere sufrir no puede hacer nada màs que morir siempre, cada día.

Nacer es vital, es dar a la luz al nuevo; nacer merece siempre la pena, pero ¡que fatiga! Nacer es también hacer morir algo: no puede nacer nada nuevo, si antes no muere lo viejo porque no hay espacio.

Es necesaria mucha confianza para nacer. Es necesario darse cuenta que aquella muerte sólo es un pasaje.

Cada nacimiento es rodeado por gritos, lamentos, tormentos...pero lo que nace ¿no es una maravilla? Cuando es pasado, no decimos: “¿merecía la pena?”.

Una ostra dijo a otra que estaba cerca: “tengo un gran dolor dentro de mí. Es algo pesado y redondo, y estoy exhausta”. La otra contestó presuntuosamente: “gracias al cielo y al mar, yo no tengo dolores en mí. Soy sana dentro y fuera.” Pasaba en aquel momento un cangrejo que oió a las dos ostras, y dijo a la que estaba bien: “sí, tu estàs bien y eres sana; pero el dolor que tu vecina siente es una perla de extraordinaria beldad”.

Cuando el tren llega y se para, se tiene que subir. Si se espera demasiado, sale; no te espera. Cuando el fruto està listo, se tiene que recogerlo; si lo dejas allí demasiado, se pudre. Esa es la vida: la vida tiene sus ritmos, y estos no son los nuestros.

Cuantas personas han sentido intuiciones, nostalgias, han recogido los mensajes de la vida, pero luego han tardado, se han dejado llevar por el miedo: su indecisión ha sido una condena para lo que quería nacer.

Una mujer siente que la relación con el marido es demasiado sofocante, angustiosa. Necesita destacarse un poco, y necesita volver a encontrar a si misma porque se ha perdido, necesita liberarse de una relación que para ella estaba llegando a ser una tumba. Tiene que hacerlo ahora, no puede esperar.

Un hombre desea cambiar vida: trabajo, casa, empeños; es demasiado insatisfecho. Querría, pero tiene miedo de las consecuencias. ¡Ahora tendría que seguir su deseo!

Cuando es la hora de soltar una ligadura, se tiene que hacerlo. También si da miedo, también si hace daño, también si no se sabe lo que pasarà luego, también si parece la fin.

Cuando es la hora de tomar una decisión de la que tenemos miedo: “ahora”; cuando es la hora de tener confianza en la vida y de seguirla: “ahora”; cuando se tiene que ir: “ahora”; cuando se tiene que elegir: “ahora”; cuando se tiene que hacer una cosa: “ahora”; cuando se tiene que cambiar: “ahora”; cuando las cosas no pueden màs arrastrarse: “ahora”; cuando se tiene que dar a la luz a un niño se hace.

Hace treinta años una chica americana escribió esta poesia: “las cosas que no has hecho”. “¿Te acuerdas del día en que alquilé tu coche nuevo y lo abollé? Creía que me matarías, pero no lo hiciste. Y ¿te acuerdas aquella vez en que te llevé a la playa y tu decías que llovería y llovió? Creía que exclamarías “te lo había dicho”, pero no lo hiciste. ¿Te acuerdas aquella vez que coqueteaba con todos para darte celos y tú tenías celos? Creía que me dejarías, pero no lo hiciste. ¿Te acuerdas aquella vez en que eché la tarta de fresas en la alfombra de tu coche? Creía que me pegarías, pero no lo hiciste. Y ¿te acuerdas aquella vez en que me olvidé decirte que para la fiesta era necesario un traje elegante y tú llegaste con los vaqueros? Creía que me dejarías, pero no lo hiciste. Sí, son muchas las cosas que no has hecho. Pero tenías paciencia conmigo, y me amabas, me protegías. Había muchas cosas por las que querría hacerme perdonar cuando tu habrías vuelto del Vietnam. Pero no has vuelto”. Lo que se tiene que hacer, ¡se tiene que hacerlo ahora!

Cuando Moisés tuvo que pasar el mar (dice un Midrash) el terror se apoderó de èl. Detràs había los egipcianos con carros y caballos. Delante había las aguas con una muralla a la derecha y a la izquierda. No se veía màs la orilla. Moisés soslayaba y no querría màs avanzar, estaba bloqueado por el miedo de lo que estaba delante de èl. Y lo màs que miraba a los egipcianos que se acercaban, a las aguas a la derecha y a las murallas a la izquierda, màs crecía en èl la angustia. El señor le dijo: “ahora va, Moisés. No mires atràs hacia los egipcianos y no mires a las aguas a la derecha y a la izquierda. Haz sólo el próximo paso y sigue adelante”.

Cuàntas veces nos enfrentaremos a pasajes donde haríamos todo para evitarlos. Pero no podemos evitarlos, tenemos que pasar por allà.

A veces vacilamos y aplazamos: “mañana; pasado mañana; luego; cuando estaré màs fuerte; cuando el tiempo serà mejor; cuando tendré màs fuerza; cuando las condiciones seràn mejores; cuando...”. Y así, dejaremos morir lo que tenía que nacer.

Cuando tienes que hacer algo, hazlo. ¡Ten confianza! Parece la fin, por el contrario es el principio de la vida. Dice un refràn oriental: “lo que la oruga llama el fin del mundo, el resto del mundo lo llama mariposa”.

Después de haber dado a la luz al niño, María lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Esta es la segunda señal de la Navidad: el cuidado.

Las palabras muestran que María cuida a su pequeño hijo: acaba de nacer, es débil, es impotente, es fràgil, està a la merced de todos los peligros, necesita el cuidado y el amor de su madre.

Cuidado es una palabra que en su forma màs antigua se excribía “coera”: tiene que ver con el corazón.

El cuidado surge cuando algo tiene importancia para mí. Todo lo que vive necesita cuidado, si no muere: sin María, sin José, Jesús moriría; y es así para cualquier cosa.

Si no cuidas tus sentimientos, no hablas de ellos, no los escuchas, no das voz a las voces de tu alma, mueren. Y acabas àrido, frío, monótono, vacío, deprimido. ¡Es lógico!

Si no cuidas lo que te apasiona, que te fortalece el alma, si no le dejas espacio y no lo proteges de la usura y de los ritmos de la vida, muere. Es obvio.

Si no cuidas tus relaciones importantes y no les dedicas tiempo, espacio, profundidad, enfrentamiento, encuentro, lentamente mueren y se alejan. Es lógico.

Si no cuidas tu alma, no le das espacio, nutrición, ocasiones para crecer, para desarrollarse, muere. Es obvio.

Si no desarrollas tus recursos, tus potencialidades, tu energía, èstas se apagan. Es lógico.

Si plantas una flor y no le das agua, muere: es normal. Si das a la luz a un hijo, pero no lo amamantas, muere: es normal. Si tu no comes nunca, después de poco tiempo, mueres: es normal.

Todo lo que vive es así: necesita cuidado, tiempo, amor. Si no lo alimentas, muere: es normal. Si no le dedicas tiempo, muere: es normal. Si no tomas algunas decisiones, muere: es normal. Todo lo que vive necesita cuidado, si no muere, se acaba, termina.

Cuida todo lo que es pequeño, y veràs que llegarà a ser. Jesús nació niño, Madre Teresa nació niña, todo fue pequeño, todo fue niño.

Este niño, tan inerme, tan fràgil y necesidado de atenciones, en treinta años no tendrà miedo de nadie, se enfrentarà a las autoridades religiosas y políticas, sanarà a los enfermos, proclamarà la liberación y darà la vida a muchas vidas de todos los siglos y de todos los tiempos.

Cuando no haces bien una cosa, no digas “¡soy incapaz!”, digas: “me hago cargo yo de eso” y crecerà.

Cuando no haces algo como querrías, no digas “lo sabía”. Digas: “me cargo yo de eso” y aprenderàs.

Cuando no logras hacer algo de tu vida, no digas: “me doy asco”. Digas: “aquí puedo crecer. Pero si no creceré, irà bien igualmente y me querré incluso si no puedo mejorar”.

Todo lo que vive necesita cuidado, y no importa si es grande o pequeño. Està vivo y eso es suficiente. La vida no es grande o pequeña, es vida. Deja que todo lo que hay en ti, viva. También si no es grande, también si no es fuerte, también si no es como querrias. Ama y cuida toda la vida que vive en ti.

Seas para ti como una madre. Cuida a todos tus hijos: algunos han llegado a ser grandes, independientes, autónomos y no te dan problemas; es fàcil quererlos. Otros, por el contrario, piden muchas atenciones. A veces querrías que fuesen grandes: dale tiempo, àmalos porque creceràn si los cuidaràs; àmalos y aceptalos, también si no llegaràn nunca a ser grandes, porque hacen parte de ti, son tus hijos.

Tu eres un planeta: ama a tus ricos, ama a tus pobres, ama también a los excluidos y a los sometidos. Cuidalos, porque necesitan tu ayuda y tu liberación. Ama a todos los niños de tu planeta que quieren crecer, que quieren extenderse, que quieren llegar a ser grandes y que un día seràn la fuerza de tu planeta.

La tercera señal de la Navidad es el pesebre. En Belén había casas construidas sobre una gruta, que era el alojamiento de los animales. La palabra griega “katalyma” (posada, albergue) indica seguramente la habitación sobre el presebe. Dado que en la posada no había espacio, para María, José y Jesús quedaban sólo el establo y el presebe.

El presebe es la imagen de la pobreza del Niño, pero también de la cotidianidad. El presebe es el lugar donde los animales cada día van a comer “su pan cotidiano”. Aquel niño en el presebe ahora “es el pan que desciende del cielo para que no muera quien coma de èl” (Juan 6, 50-51). Es el nutrimento de cada día; es el verdadero pan que da la vida, el presebe nuevo. De echo Belén (“bet – lehm”), significa “casa del pane”.

La Navidad expresa la necesidad de comer cada día lo que no alimenta.

Es significativo que durante las fiestas de Navidad la gente se rellene de comida, para luego hacer curas adelgazantes después de la Epifanía. ¿Qué nutrimento necesita la gente? ¿De qué tiene hambre? Es significativo que la gente quiera pasar la Navidad en familia. Es significativo que en Navidad la gente busque regalos para todos; milliones de personas se vuelven locas por las calles para hacer regalos a la madre, al padre, a los amigos, a los primos, etc. La pregunta es si estàn donando o recibiendo. Muchos de nosotros se han acostumbrado a comprar el amor de los padres con un regalo: corresponder a las expectativas, no decepcionar, obedecer, ser buenos. De la misma manera, ahora, compran otros regalos, para comprar de manera gentil el amor de los otros.

Todos estos regalos, estas felicitaciones tan formales, estas cartas con escrito: “Feliz Navidad...”, sin un alma, que no expresan nada màs que nuestra infinita necesidad de amor, de nutrición, de algo que nos sacie el alma.

En Navidad, sale la necesidad de la familia, de alimentarnos, de recibir leche. Durante las fiestas quien està solo, precisamente por ese clima de fiestas, se siente màs solo, y quien està insatisfecho, se siente cada vez màs insatisfecho.

Por eso el presebe es una invitación a buscar cada día el pan verdadero, lo que sacia el alma. Ninguna familia puede llenar tu corazón, ningun amor puede ser suficiente para el alma, ningun hijo puede realizarte, si tu no encuetras al Dios Niño que vive y que duerme dentro de ti, y que quiere nacer.

Hace unos años il título de una canción decía: “o es Navidad cada día o no es Navidad nunca”. Y es así. Esta noche no serà Navidad; serà Navidad sólo si tu despertaràs a Dios que vive en ti, al que puedes hablar cada día porque lo necesitas.

Y si no alimentaràs cada día a aquel Niño y no te alimentaràs de aquel Dios que vive en ti, la muerte llegarà para èl y para ti. Él morirà rechazado otra vez. Y tu, con el agua a un paso de ti, moriràs de sed.

Gandhi decía: “mi madre me ha enseñado a acoger el infinitamente grande en el infinitamente pequeno”.

Una historia oriental cuenta que Dios no sabía dónde esconderese para que los hombres, siguiendo la nostalgia de èl, lo buscaran y lo encontraran. Los àngeles le decían: “escóndete en la cueva màs profunda... en el planeta màs lejano... en la montaña màs alta”. Pero Dios dijo: “yo se donde esconderme: en el corazón del hombre. Allí no vendràn nunca a verme”.

El infinitamente grande se esconde en el infinitamente pequeño. ¿Por qué sigues buscando comida afuera si la “casa del pan” està dentro de ti y el presebe està al alcance de la mano?

Pensamiento para la semana

Nunca permitas que alguien que ha estado contigo se vaya sin sentirse mejor y màs feliz.

Seas la expresión de la bontad de Dios: bontad en tus ojos, en tus palabras, en tu corazón y en tu opinión.

Dona siempre una sonrisa alegre y un espacio en tu corazón a los niños, a los pobres y a todos los que sufren y que estàn abandonados.

Que todos los que te encuentran puedan decir: “Aquí ha nacido Dios”.


Testo tradotto da Francesca Casarin

 

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