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TESTO La fortaleza inquebrantable

Marco Pedron  

Tutti i Santi (01/11/2008)

Evangelio: Mt 5,1-12 Haz clic aquí para ver las Lecturas (Evangelio: )

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In quel tempo, 1vedendo le folle, Gesù salì sul monte: si pose a sedere e si avvicinarono a lui i suoi discepoli. 2Si mise a parlare e insegnava loro dicendo:

3«Beati i poveri in spirito,

perché di essi è il regno dei cieli.

4Beati quelli che sono nel pianto,

perché saranno consolati.

5Beati i miti,

perché avranno in eredità la terra.

6Beati quelli che hanno fame e sete della giustizia,

perché saranno saziati.

7Beati i misericordiosi,

perché troveranno misericordia.

8Beati i puri di cuore,

perché vedranno Dio.

9Beati gli operatori di pace,

perché saranno chiamati figli di Dio.

10Beati i perseguitati per la giustizia,

perché di essi è il regno dei cieli.

11Beati voi quando vi insulteranno, vi perseguiteranno e, mentendo, diranno ogni sorta di male contro di voi per causa mia. 12Rallegratevi ed esultate, perché grande è la vostra ricompensa nei cieli. Così infatti perseguitarono i profeti che furono prima di voi.

El evangelio de hoy nos propone las bienaventuranzas. Esas son el mensaje de Jesús, su manifiesto, su libro, y nos enseñan una imagen de Dios y una del hombre. O sea, dicen quienes son Dios y el hombre para Jesús. En el Antiguo Testamento, Moisés había subido el Monte Sinaí y había dado los 10 mandamientos que representaban la ley de Dios para su pueblo. Esta decía lo que se tenía que hacer y lo que estaba prohibido. Jesús, ahora, sube el Monte de las Bienaventuranzas y da las 8 bienaventuranzas. Esta es la nueva y definitiva ley de Dios para toda la humanidad. Esta ley no dice lo que se tiene que hacer y lo que està prohibido, sino como se tiene que ser. En nuestro catecismo, por eso no tendríamos que enseñar los 10 mandamientos sino las 8 bienaventuranzas.

Las bienaventuranzas dicen: “Tu puedes ser feliz. Tu puedes, todos pueden”. La cuestión es que no es como comprar un coche o una joya: doy algo (dinero) y en cambio me dan lo que estoy buscando. Aquí no hay nada que hacer, solo hay que darse; aquí no hay nada que jugar (apuesto dinero y espero ganar algo), hay que ponerse en juego; aquí no hay que hacer o no hacer algo, hay que ser y vivir algo”.

Las bienaventuranzas nos enseñan lo que podemos ser. Por todas partes se oyen voces che dicen: “Contentate, no se puede obtener todo lo que se quiere. Sientete satisfecho con lo que tienes: deja aparte los sueños irrealizables”.

Por el contrario, las bienaventuranzas, dicen: “Atrevete, osa, vuela en alta cota porque estàs hecho por eso. Eso es lo que Dios quiere para tí y esta es tu única felicidad. ¡No tienes ni idea de lo que puedes vivir! ¡De como te sentiràs lleno! De la grandeza de tu corazón: ¡hay realmente espacio para muchas caras! ¡De cuanto puedes amar, de la profundidad de las relaciones, de los numerosos sentimientos que puedes vivir! No tienes ni idea de cuanto puedes sentirte rico (también si tienes poco dinero) y lleno de vida. No tienes ni idea de la fuerza que tienes dentro de ti y de cual coraje posees”. Y el echo de que muchas personas se rian de eso demuestra cuanto son infelices.

Las bienaventuranzas no enseñan a no tener contrastes o conflictos, porque no se puede vivir completamente sin ellos. No enseñan a evitar los conflictos, sino a enfrentarlos; no enseñan a apartarse del dolor sino a exprimirlo; no enseñan a huir delante de la paura, sino a encararse a ella; no enseñan a evitar los sentimientos (todos), sino a vivirlos.

No son una màgica solución (¡nos gustaría!) sino una invitación a no tener miedo, a tener confianza en Dios, que nos dice: “Yo estoy aquí”, y en nosotros: “Tu puedes vivir màs de lo que crees”.

Es una ilusión pensar de vivir sin dificultades, conflicots, tensiones o incomprensiones. Es porque nos sentimos caracterialmente fràgiles, porque no nos sentimos tan fuertes para resistir el peso de estos impactos y estas tensiones, entonces quisieramos evitarlos, y al final soñamos un mundo sin dificultades. Las bienaventuranzas, por el contrario, nos enseñan a vivir de manera feliz y profunda, con las raíces arraigada, también cuando las situaciones son difíciles o dolorosas, sin huir. Y dicen: “vívilas y no las evites porque también lo que tu querrías rechazar tiene un sentido; vívilas porque tienes que aprender algo de todo lo que te pasa; vívilas y no te dejes espantar porque siempre està Dios, y èl no te dejarà solo, nunca. ¡Vivilas y veràs que es así!”.

El miedo llamó a mi puerta. Estaba terrorizado. Abrí y... ¡no había nadie!

Las bienaventuranzas no cantan himnos a la pobreza, a la miseria, a la resignación, a la tristeza o al sometimiento.

No dicen que la pobreza es algo bueno: la pobreza es miseria. La pobreza no es algo bueno, pero es la realidad de nuestra condición humana.

No dicen que es bueno ser perseguidos: no, es terrible y cruel. Y quien busca eso es masoquista. Pero no se puede vivir pensando que todos nos acepten. También en la crítica de las estàtuas hay opiniones diferentes; ¡es imposible contentar a todos!

No dicen que llorar es bonito: no, es y serà siempre doloroso. Pero llorar nos transforma, nos purifica. El llanto es la manera natural para exprimir nuestro dolor, nuestra tristeza, nuestros lutos y nuestras pérdidas. Es la adaptación a la realidad. No es bonito, es necesario (y eso es muy diferente).

No dicen que se tiene que cerrar los ojos o soportar las fechorías de los hombres. Dicen que se tiene que ser misericordiosos, que se tiene que tener un corazón grande que juzgue las acciones y no los hombres, la conducta y no la persona. Dicen que los hombres actuan así porque estàn llenos de miedo. Es por eso que devienen agresivos, violentos, exasperantes. Eso no quiere decir que tenemos que soportar todo. Si hay que decir “no” a alguien, lo decimos con toda nuestra fuerza. Pero miramos también a aquella persona y nos decimos: “¡Cuanto tiene que sufrir! ¡Que conflicto interior tendrà!”.

Las bienaventuranzas no son órdenes: “Tienes que vivir así”.

Son propuestas: “¡Tu puedes vivir así!”. Es una posibilidad: puedes elegirla o no. Tu eliges. Las bienaventuranzas no son una solución a nuestros problemas: “Qué tengo que hacer para ser un buen cristiano?”. Soy un camino.

1. Puedes ser lo que eres.

La cultura dice: “Puedes vivir solo si te adaptas y no molestas a los otros”. Dios dice: “Te he creado así, y así està bien”.

Muchas personas se adaptan a todos: así esperan ser aceptadas y acogidas. Muchas personas se han adaptado tanto a los otros, que han perdido a si mismas, no saben màs quiénes son.

Un día, hace muchos años, mi hermano que tenía 3 o 4 años, se alejó unos metros del parasol. Luego otros metros; luego otros. En cierto momento se había alejado demasiado y no podía volver atràs. Se había perdido.

Así nosotros también, para no tener problemas, para no crear tensiones, para no perder a quien queremos, complacemos a todos (¡cosa impensables pero intentamos igualmente!) y así nos alejamos tanto de nosotros que en cierto momento nos perdimos, no sabemos màs quienes somos, qué queremos, qué es bueno para nosotros. Algunas personas se han alejado tanto que no saben màs que sentimientos sienten.

Hay una mujer de 50 años: es muy amada por sus hermanos que son todos casados. Ella vive con la madre, la cura y la cuida. Nunca puede salir de casa porque su madre es enferma y no pide ayuda a, sacrificando su vida. “No te adaptes a morir; no te adaptes a ciertas situaciones que te enajenan, que te hacen daño; no te adaptes solo por el miedo del contraste; no te pongas nunca un vestido que no es tuyo y no vivas una vida que no es tuya”.

Seas tu mismo porque ser algo diferente es el único fracaso de tu existencia. Vivas tu vida porque vivir la vida de otra persona nunca te harà feliz.

2. Puedes vivir también si no tienes èxito.

La sociedad dice: “No, puedes vivr solo si tienes ganancia y èxitos”. Dios dice: “A mí no tienes que demostrarme nada”.

Muchas personas trabajan siempre y cada vez màs. Siempre se mueven y no pueden pararse. Se justifica esta actividad con el agir, el activismo espiritual, el amor para el próximo, para la casa, para los otros, para los hijos.

Pero, detràs de eso, hay màs. En el profundo estàn convencidos de que no valen, no son importantes, no son dignas de amor y, por eso, intentan merecerlo, conquistarlo, “comprarlo”. Es como si dicieran: “Con todo lo que hago para mi hijo, ¡llegaré a ser una buena madre!”. Pero no es lo que haces que te hace devenir una buena madre. Es lo que tienes dentro de tí que te hace madre. “Con todo lo que hago para los otros, Dios no podrà no amarme”. No, Dios no te ama porque haces mucho; Dios te ama porque eres tu. Y todo lo que haces no te hace màs guapo o grato a sus ojos.

Cuando era niño cuidaba a mi hermano. Sabía que estaba haciendo algo muy agradable para mis padres que, de ehco, me llamaban “niño juicioso” (¡perfecto!). Dentro de mí sabía que todos me miraban con respecto (o sea amor y reconocimiento según mi punto de vista) y aprecio: ¡mira que hacía! Pero no me daba cuenta de que estaba perdiendo mi tiempo, mi infancia, mi posibilidad de ser lo que era: un niño. No sabía que me estaba convenciendo de que todo (el amor, la apreciación, el afecto) se compra: “soy bueno y por eso tu me das atenciones”. No sabía que estaba deveniendo “disponible para los otros” porque tenía la necesidad de ser visto, acogido y amado.

Las bienaventuranzas dicen: “No tienes que conquistar a Dios; Ya es tuyo”. “No tienes que comprarte el amor; ya tienes el Suyo”. Y ¡que paz!, ¡que tranquilidad! saber que hay un amor seguro detràs de cada cosa.

3. Puedes expresar lo que sientes.

La cultura dice: “No, no exprese tus sentimientos y, sobretodo, algunos escondelos”. Dios dice: “Lo que sientes es tuyo, te pertenece, eres tu. No te mientas, sino acogete, acepta lo que vives en tí mismo”.

Muchas personas han aprendido que non es bueno mostrarse débiles, que quien es fuerte nunca llora. Así, para ser fuertes, han eliminado el llanto. Pero no son fuertes, sono rígidos (¡y eso es muy diferente!)

O sea: el llanto es la reación espontànea a algo que nos ha entristecido, que nos ha herido, que nos ha hecho daño. Dejar de llorar no nos hace menos tristes, simplemente nos impide de expresarlo. Pero actuando así, mantenemos dentro de nosotros la tensión y el dolor que, al revés, necesitan salir; y nos escondemos la verdad: creemos que todo vaya bien (¡no lloramos!) pero dentro de nosotros el dolor grita.

Muchas personas creen que enfadarse es algo malo. “No te enfades con tu madre; el cristiano bueno nunca se enfada”. Por el contrario, enfadarse es normal, es normal montar en cólera, es normal, a veces, sentirse llenos de odio. Porque cada vez que nos sentimos heridos en nuestra dignidad, nos enfadamos: es normal.

Cuando alguien nos ofende, también involuntariamente, nos hace enfadar (donde hay dolor, siempre hay rabia). Pero, dado que “no podemos enfadarnos”, no nos escuchamos y no oímos nada: “No, no estoy enfadado, no me ha echo nada”. Luego pasa que la vez siguiente que encontraré a esta persona me vengaré con una broma, una observación, o quién sabe como. Porque, al revés, no decimos: “Se que no lo has hecho de propósito, pero me has herido”. El sentimiento que queda dentro de nosotros “hierve” (esto es el resentimiento): y no se sabe sobre quién lo descargaremos. O sobre nosotros (enfermedades) o sobre los màs débiles (generalemente los hijos). Cuando estoy enfadado tengo que aceptarlo, quiere decir que hay una motivación. Puede ser que haya agigantado un echo, pero mi rabia tiene una causa. Solo así puedo empezar a manejarla y a eliminarla.

Si estoy rabioso es mejor que me desahogue cantando, hablando a alguien, jugando y aceptando de sentirme herido. Sino, desahogueré la rabia con palabras malevolas y malignas mientras estoy solo en coche (lo que es peligroso) o dirigiendola a quien està cerca de mi (lo que hace daño a los otros).

Muchas personas han aprendido que no se tiene que tener miedo. Dicen eso los que no tienen miedo de nada, pero en realidad es que no la sienten. Tener miedo es normal: lo importante es no dejarse bloquear por ella, no tener miedo de tener miedo.

El miedo es solo un aviso: “Aquí hay algo peligroso”. Bien, cuando lo sepas luego puedes decidir lo que tienes que hacer. Por ejemplo, tener miedo antes de empezar algo nuevo es normal: nunca lo has hecho, todavía no lo puedes manejar, y no sabes a quién encontraràs. El miedo dice: “Aquí hay un peligro”. Lo veo, lo se, y me digo: “Sí, pero lo puedo afrontar”.

Cuando empiezo a salir con un grupo nuevo, siempre tengo un poco de temor. Es normal, no tengo que esconderlo a mí mismo. Pero eso no me bloquea: “Puedo contar conmigo, e incluso si se malograra, lo sentiría pero ¡no sería tan grave!”. No tengo que esconder el miedo detràs de una cara feliz o una expresión alegre. No tengo que resistir al miedo con todas mis fuerzas, ignorando su existencia.

El miedo me pertenece. Me dice que lo que estoy haciendo me cuesta, me ayuda a ponerme en juego, es aglo importante pero se que el dueño de casa (yo) es màs fuerte que el miedo.

Otras personas tienen vergüenza de lo que han vivido o de lo que sienten. Pero las bienaventuranzas dicen que Dios tiene un corazón tan grande que puede contener todo, que Él no tiene miedo de lo que nos hace miedo o nos hace sentir culpables, y que nuestra dignidad (somos hijos de Dios y de la Vida) permanece íntegra a pesar de todo.

Por eso no tengo que esconderme nada màs porque Él es Acogida, porque Él no tiene vergüenza de mis “vergüenzas”, porque Él ama también lo que yo no puedo amar. Y si no hay nada màs que esconder a sus ojos, entonces se deviene verdaderamente libres y liberados.

4. La pobreza es nuestra única y real condición.

La primera bienaventuranza (quizas Jesús pronunció solo èsta o solo las primeras tres) guarda todas las otras.

El ‘pobre’ es èl que es vacío, recogido, mendigo, desheredado. El pecado, entonces, para Jesús es creer de no necesitar nada, ni a nadie, ni a Dios.

‘Pobre’, aquí, significa indiferente, en el sentido de quien vive dentro de todas las cosas, totalmente inmerso, pero sin vincularse a ellas.

Pensad a una cosa y decidle: “Tu eres mia”. A qué podrías decir: “¡Tu eres mia!”. ¿Vuestra mujer es vuestra? ¿Vuestros hijos son vuestro? ¿Vuestra vida es vuestra? No, tampoco vuestra vida es vuestra. ¿No sois pobres? ¿No os parece ser lo màs pobres de los pobres? No os pertenece nada, ¡tampoco vuestra vida!

“Pobre”, en hebreo (anì) tiene las mismas consonantes de “ani”, “yo”. La realidad es que no poseo nada. Ser humanos quiere decir vivir esta verdad. Esto es el grande secreto de la vida: quien no tiene nada, tiene todo. Quien no se pega a nada, puede vivir todo.

Cuando se ama, por ejemplo, el miedo de perder a la persona querida, puede destruirnos. Empezamos a temer que alguien pueda sustraernola, devenimos celosos y empezamos a controlarla. Empezamos a temer que el amor termine y vemos lo que nuestros ojos quieren ver. Empezamos a retenerla, a tener miedo cuando sale de casa, a protegerla demasiado, a sentirnos solos cuando no està. Empezamos a pensar como serà nuestra vida sin ella y si podremos seguir viviendo así. Ademàs, si toma posesión de nosotros la duda de que la persona querida no nos ama màs, serà la fin.

Pero la verdad es que antes o después, de todas maneras, perderemos este amor (en esa vida). ¡Es la realidad! Pero si sobrepaso este miedo puedo amar con toda la fuerza de mi alma y con todo el sentimiento de mi corazón, sin hacer càlculos y sin dejarme espantar, sin poseer a la otra persona (¡no es mía!). Estoy feliz de lo que vivo y si las cosas cambiaràn, las afrtontaré con el ímpetu de hoy, que serà la fuerza de mañana.

La primera bienaventuranza dice la gran verdad de la vida: Dios es todo, lo demàs no es nada. ¿Dónde te apoyas? ¿De qué puedes tener confianza? Las cosas pasan todas y se gastan. La gloria pasa. Las personas no te salvan. ¿Cuàl es la única cosa que te puede sustentar sin dejarte caer?

En la lengua hebrea “zerà” quiere decir “cero”, nada. Nosotros somos cero, nada, vacíos, pobres, méndigos. Pero en nuestro ‘ser nada’, es escondido, como una semilla, nuestro ‘ser todo’.

En nuestro ser nada està Todo. En nuestro ser pobres hay la Riqueza. Y si me desnudo y dejo de confiar solo en mí, puedo volver a ponerme en las manos de Dios y estar al seguro.

Cuando no tendràs nada màs, tendràs Todo. Y cuando seràs despojado de todo, seràs vestido de eternidad. Y cuando todo morirà, serà la Vida. Y cuado todo caerà, serà el principio. Y cuando seràs aniquilado, seràs todo.

Cuando Beethoven tuvo el drama de la sordiad, cortó las patas del piano, sentí sus vibraciones en el suelo y compuso la Misa de réquiem. En la partitura escribió: “Dios es una fortaleza inquebrantable”.

Sí, Dios es la única fortaleza inquebrantable.

Pensamiento para la Semana:

Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reíno de los cielos.

Bienaventurados los que reconocen de tener necesidad. Bienaventurados los que saben pedir ayuda. Bienaventurados los que se las arreglan solos. Bienaventurados los que no dependen de ninguna riqueza porque ninguna riqueza los puede salvar. Bienaventurados los que viven sin poseer y aman sin retener. Todo nos serà sustraido, cada cosa, cada persona, incluso nuestra vida: ¡màs pobres de así! Quien vive así tiene Dios, el reino de Dios. Quien vive así es libre, no tiene que defender nada, ni nada que esconder, ni nada de que tener vergüenza. Quien vive de esa manera solo se apoya en Dios, porque solo èl puede salvar.

Bienaventurados los que lloran: porque ellos seràn consolados.

Bienaventurados los que sienten el dolor, no lo esconden, no huyen de èl. El dolor los hace sensibles y les enseña la necesidad de encontrar paz solo en la Paz. Bienaventurados los que saben llorar, que no tienen vergüenza de las làgrimas. Bienaventurados los que sienten en su alma el chillido que grita delante de las injusticias y de las prepotencias. Bienaventurados los que pueden sentir el sufrimiento de los corazones de los hombres. Quien es tan sensible sentirà que Dios nos consula, no nos deja solos.

Bienaventurados los mansos: porque ellos poseeràn la tierra.

Bienaventurados los no-violentos, los que no usan la fuerza y el poder para imponerse, para hacerse respetar. Bienaventurados los que no son violentos con las palabras, ni con las miradas, ni con las manos, ni con las presiones psicológicas. Bienaventurados los no-violentos porqué heredaràn la verdadera tierra, la verdadera casa que es la Paz. Quien tiene la Paz, la no-violencia, no combatirà ninguna guerra ni fuera ni dentro.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos seràn saciados.

Bienaventurados lo que tienen hambre y sed de vida verdadera, porque la encontraràn. Bienaventurados los que buscan las cosas esenciales, que aspiran a algo grande, los que tienen sed de la verdad, de la libertad, de la profundidad. Quien vive con esta hambre encontrarà lo que busca.

Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos obtendràn misericordia.

Bienaventurados los que se dejan tocar por el amor de Dios (la misericordia) y que lo viven y lo dan, porque así lo encontraràn. Bienaventurado quien sabe amar gratuitamente, sin expectativas, sin pretensiones. Ama de esa manera solo quien se siente amado así. Bienaventurado quien ama incondicionalmente. Bienaventurado quien siente que el amor es un don y no un mérito.

Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos veràn a Dios.

Bienaventurados los que son transparentes porqué veran a Dios en todo. Bienaventurados los que tienen los ojos transparentes y reconoceràn a Dios en el cielo, en el aire, en el agua, en la vida, en la muerte. Veràn a Dios en todas las cosas. Quien tiene estos ojos, quien tiene el corazón así, està lleno de estupor y de maravilla. Bienaventurados los que no miran, no aman, no actuan disimulando, solo para segundas finalidades, manejando con malicia y subterfugios.

Bienaventurados los pacíficos: porque ellos seràn llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los pacificadores. Quien tiene la paz consigo la tiene también exteriormente. Bienaventurados los que luchan pra unir y no para dividir. Bienaventurados los que viven perdonando, sin tener rencor y resentimiento. Reconocen el mal, no lo esconden, pero intentan llevar agua en el desierto, flores en el fango, paz en la violencia, perdón en la rabia. Quien vive así se asemeja a Dios que quiere la unidad en todo.

Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que conducen una vida justa, libre, autónoma, auténtica. Bienaventurados los que no se curvan bajo los “fuertes”, los reyes, los potentes. Bienaventurados los que saben luchar también cuando estàn en peligro. Porque puede vivir así solo quien tiene el reino de Dios en si mismo, solo quien tiene confianza en Dios y se lo siente cerca, solo quien sabe que también si pierde su vida, luego està Dios y, con Él, nunca se muere. Así se puede vivir también atreviendose y se puede atreverse a ser felices.

traduzione dall'italiano a cura di Francesca Casarin

 

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